
Resulta que ahora doy por casualidad con este artículo (en español) y con este otro artículo (en inglés) acerca de lo desproporcionada y espeluznantemente cruel que eran los castigos por parte de las fuerzas de seguridad para mantener el orden público en la era Victoriana. Aparecen en estos enlaces una foto que es de más de ciento cincuenta años posterior al hecho relatado en el segundo post. Esas fotos de (supuestos) criminales, es la forma más definitiva que tomara este tipo de fotografía, después de lo que vimos acerca de los Yéniches.
Algunas de las características principales: siendo de tipo documentales, debían reflejar el rostro de los fotografiados con el mayor realismo posible, por lo que no llevaban ningún tipo de retoque, -ni sombreado, ni coloreado, ni nada, algo poco habitual en la época.
El otro aspecto importante, es que ya se sacaba la imagen de frente y perfil, pero en lugar de hacerlo en dos tomas, se hacía en una sola valiéndose de un espejo. No olvidemos que aún a principios del siglo XX, la fotografía seguía siendo un recurso caro.
Todos estos avances se le deben fundametnalmente a Bertillon, un inspector policial parisino.