sábado, julio 18, 2009

Cayetano, Bernardo, Esperanza, Carlos y la Policía

Cajetan (o Cayetano, en su versión castellana) era la cabeza de una familia Yéniche (Jenische o yenish), nómades europeos de variado origen. La misma denominación de este grupo poblacional quiere decir "gente del camino". Hacia mediados del siglo XIX se movilizaban en el sur de Alemania y en Suiza. En este último país, la documentación oficial los identificaba como "apátridas" (Heimatlose), o "Vaganten" (itinerantes o vagabundos). Es llamativo también encontrar en algunos de estos registros que eran "tolerados en..." para designar alguno de los lugares de residencia transitoria por los que habían pasado. No nos extrañaría que las denominaciones populares hayan sido mucho menos felices, es evidente que no eran muy apreciados que digamos. Estas gentes compartían hábitos y penurias con otros nómades de origen más conocido, los gitanos. En general los diferenciaba su tez blanca, sus ojos claros y su idioma, una lengua germánica, teñida de una jerga propia y secreta de marginados, forzados a sobrevivir de la forma que pudiesen.

La biografía de nuestro protagonista transcurre entre los siglos XVIII y XIX. Cajetan habría nacido hacia 1773 en un pueblo llamado Blumegg, del por entonces "Gran Ducado de Baden", hoy parte del estado de Baden-Württemberg, en el Sudoeste de Alemania. Desde allí inmigró a Suiza junto a su mujer, Maria Keller, donde vivió hasta su muerte, acaecida 30 años después. En el transcurso de esas tres décadas había transitado de localidad en localidad, repitiendo sitios, rotando por varios de los cantones suizos entre los que no faltó el Valais. Llevaba siempre consigo a su familia, que fue creciendo.

Hacia mediados del siglo XIX Suiza retoma luego de varios intentos, un proceso de asentamiento o afincamiento forzado de estas gentes nómades. Esto coincide con la creación del Estado moderno, como hoy lo conocemos, un proceso que se estaba dando en muchas de las naciones europeas. Particularmente en Suiza y luego de una sangrienta guerra civil en 1847, la Confederación Helvética, al igual que varios otros países europeos, estaba muy celosa respecto al libre tránsito de personas en las inmediaciones de sus fronteras. Estos nómades, no siendo ciudadanos de la Confederación, sin una identidad definida, con una vida sospechada de estar "al margen de la ley", y con su estilo de vida apenas aceptado por el resto de los ciudadanos, evidentemente ponían nervioso a más de un funcionario estatal; eran la piedra en el zapato, y les urgía hacer algo al respecto.

Luego de un proceso que llevó unos años, el estado suizo procedió en algunos casos a asignarles un lugar de residencia en función del sitio en que más tiempo se habían quedado en sus años de itinerancia; la implementación efectiva de esta solución a veces significaba la separación de grupos familiares enteros. A cambio se les otorgaba ciudadanía, para que de esa forma comenzaran una vida "acorde a la ley". (Algunos años después, en 1869, también se llevaría un proceso de "ciudanización forzada" similar con los judíos). En otros casos eran directamente enviados fuera del continente, hacia las colonias de América (sur y norte) o Australia, siendo esta una forma de proceder habitual para la época, que alcanzaba a una porción significativa de la población, mucho más allá de estas minorías. En este sentido el grupo familiar de Cajetan es un caso paradigmático: se les adjudicó distintas locaciones en 1857, tanto a los padres como a las familias de los hijos, cuando él ya tenía unos 80 años. Casualidad o no, él fallecería ese mismo año.

Este proceso comenzó con el cercenamiento de los hábitos de "libre tránsito" de los Yéniches dentro del territorio suizo, forzándolos a una residencia transitoria en un par de estados o localidades del norte de Suiza. Desde allí eran trasladados regularmente a Berna, donde eran confinados por dos o tres meses en un espacio limitado. Durante ese período eran registrados en archivos policiales y... ¡fotografiados!

Las imágenes que se muestran en este post son de los años 1852-53, de un fotógrafo profesional de estudio, Carl Durheim, que por encargo de lo que entonces constituía el cuerpo policial, hizo las tomas fotográficas de más de 200 Yéniches, para que formaran parte de ese registro individual. Esa colección de imágenes se reconoce hoy como uno de los primeros y más importante intentos de poner la fotografía al servicio de la seguridad pública. Pasarían más de 40 años antes de que se la incorporara definitivamente al procedimiento de "fichaje" policial de personas, tal y como la conocemos hoy en día, con reglas muy precisas en cuanto a la forma de ejecutarlas. Eso sucedería en la París, en la época de la comuna francesa.

Es de notar también la forma en que eran fotografiados: de cuerpo entero y en poses típicas utilizadas en la época para retratar a las personas. A estas alturas del siglo la fotografía era un lujo caro, por lo que estaba reservado para las clase pudientes; ser fotografiado en 1850 era todo un signo de distinción, buen gusto y más que nada, de excelente posición socio-económica.

Quizá sea en parte la explicación de otro aspecto interesante de estas tomas. Las ropas con que aparecen muchos de ellos no eran sus auténticas vestimentas, sino las que les eran entregadas para esta sesión de fotografía: ropaje de tipo citadino o campesino, las cuáles ellos no eran de ninguna manera. Podría pensarse en un principio que quizá sus auténticas vestimentas no eran consideradas suficientemente "decorosas" como para que fueran fotografiadas con ellas. Menos inocentemente visto, creemos que también de esa manera se les imponía una idiosincracia, se les estaba diciendo qué se pretendía que ellos fueran.

Es en estos aspectos donde radica una gran paradoja: los descastados, perseguidos, estigmatizados, discriminados y marginados son merecedores de un privilegio que para la época sólo estaba reservado para ricos y nobles. Gracias a esto, sus imágenes nos llegan desde lejos en el tiempo y con una identidad propia, pasando a formar parte de la historia de la fotografía en un documento que es de valor único. Nos deja un cierto regusto a reivindicación...

Para terminar, volvamos a Cajetan: las fotos de los que están aquí además de él, corresponden a sus hijas e hijos, entre los que se encuentra su primogénito Bernhard, quien habría nacido en Alemania, y habría estado junto a sus padres al ingresar toda la familia a Suiza. Bernhard emigraría con la "ayuda" del estado suizo junto a su propia familia compuesta de esposa y nueve hijos, rumbo a Argentina en 1856, para ser una de las doscientas Familias Fundadores de una de las primeras colonias agrícolas argentinas, con la que se iniciaría el poblamiento y desarrollo rural de lo que luego se conocería como Pampa Gringa, en la provincia de Santa Fe. Esa colonia es Esperanza, y a él lo conocemos como Bernardo Ostertag.

Bernardo Ostertag y su mujer Catalina Wendelmeier eran los tatarabuelos de mi abuela, cosa que por supuesto me enorgullece.











PD 15 de Agosto 2009: A continuación se agregan las fotos de las "parejas" o "concubinos" de hermanos y hermanas de Bernardo.

Marianne Scherr (alias Anne Marie Scherr), concubina de Johann Ostertag. Similarmente a Bernhard y Katharina, ellos emigraron a Pennsylvania, EE.UU.



Joseph-Antoine Schneider, concubino de Madalena Ostertag:




Félix Schneider, concubino de Marie-Agathe Ostertag:





Maria Witzelmaier (alias Maria Wendelmeier), concubina de Ludwig Ostertag.


Fotos gentileza Schweizerisches Bundesarchiv (Archivo Federal Suizo)
Fuentes:
(1) "Wider das Leugnen und Verstellen" por Carl Durheim, Martin Gasser, Thomas Dominik Meier, Rolf Wolfensberger, Fotomuseum Winterthur, Museum für Kommunikation Bern
(2) "Eine Heimat und doch keine" por Thomas Dominik Meier, Rolf Wolfensberger, Berna, Suiza

(3) "Journal des tribunaux et revue judiciaire", Berna, Suiza
(4) Sitio sobre historia de Esperanza y Las Colonias, de Hugo Zingerling
(5) Les Yéniches, édigé par un membre de cette communauté. (L. Gerzner)

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