viernes, septiembre 21, 2007



No sé qué opinarán los más exquisitos, pero para mí esta es una de las tomas más logradas de nuestra hija. Tiene todo: pose, ángulo y toma, buena luz, buena película (es una toma escaneada desde negativo) y lo más importante, su colaboración haciendo una mueca muy graciosa... :-)

martes, septiembre 18, 2007

Erupción del volcán Tungurahua, Ecuador


Una excelente y poco frecuente toma, de un momento único (clickear en la foto para la versión original). Seguramente el fotógrafo en cuestión, Patrick Taschler, se pasó varias horas a la espera del momento oportuno. Toda una "cacería".

sábado, septiembre 15, 2007

La cruz de la colina / The cross of the hill

Otra de las tomas de la misma cruz, también utilizada para ilustrar otro de los poemas de Gregorio Echeverría (luego subiré versión editada con el poema de este autor)

viernes, septiembre 14, 2007

A alguien le tenía que "llegar"...

En esta ocasión la protagonista es una imagen del tiempo de nuestra residencia en Saltillo, estado de Coahuila, México. Una cruz, tan frecuentes al costado de los caminos, a lo largo y ancho de todo el territorio. En este caso, en la cima de una colina, cara al oeste, con mucha visibilidad desde el camino que me llevaba a diario a mi lugar de trabajo. La distinguía un detalle muy pintoresco: estaba "vestida" con un manto de raso, lo que le quitaba esa estoica quietud más bien propia de los monumentos. El viento, al agitar esa vestidura, le daba vida, y subrayaba el contraste con el árido entorno, tan típico de esa región.

No me considero un creyente, aunque mi educación de la infancia haya sido acorde a los preceptos católicos. Quién sabe si aquella vista me habría impresionado de la misma manera, si hubiera crecido como musulmán o judío. La cuestión es que todos los días, pasaba y miraba aquella cruz, y me prometí retratarla.

Poco a poco, fui armando la imagen en mi mente. Con cada pasada, que me permitía apreciar esa vista por unos breves segundos, iba estudiando la mejor hora del día, el fondo, el cielo, juntando ideas. Finalmente fuimos. Llegamos en el momento justo, ya que se levantaban nubes de tormenta, lo que me permitió darle el toque dramático que había imaginado.

El resto ya seguramente se lo imaginan, es lo habitual: un rollo entero de tomas, y un montón de horas en el procesado digital. El resultado fueron dos o tres imágenes que consideré las más logradas. Son las que hoy se exhiben en Fotoma.com.ar

Un poeta, Gregorio Echeverría, parece que se sintió inspirado por ellas. Supongo que las encontró luego de escribir sus poemas. Y allí está.

Si recorren el sitio, encontrarán las restantes. Veré si en los siguentes blogueos las iré subiendo.

Que las disfruten.

miércoles, septiembre 12, 2007

Sangre Fría (Ilustrada con una de las fotos de Fotoma.com.ar, "Fonsi y el pollo")

Otro texto a la que una de mis fotos sirve como ilustración, lo encontrarán en este enlace, aunque también lo pegaré abajo. Quizá con un final más bien efectista, pero a decir verdad, la crítica literaria no es lo mío... :-)

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Sangre Fría

Soy Jana, crecí al lado de mi madre, las dos solas. Mi padre nos abandonó cuando cumplí los once años; no lo extraño, como tampoco extraño los golpes y las vejaciones, gracias a dios que se fue. No sé por qué pienso en él precisamente en este día que estoy cumpliendo mis 15 años, quizá porque esa misma mañana, en el mercado me dijeron que lo habían visto por el pueblo.
Cuando regresé a casa le conté la nueva noticia a mi madre. Ella perdió el color, fue sólo un instante y se recompuso tan rápido que por un momento pensé que había imaginado su incomodidad, se levantó del sillón donde se sentaba a leer cada momento libre que tenía, pero antes de salir de la estancia se volvió a mi y me dijo que: “todo tiempo se cumple”.
Olvidamos tácitamente el incidente. Para este tiempo teníamos un magnífico plan; después de que lo lleváramos a cabo seríamos otras, nuestras vidas cambiarían, sobretodo si me atrevía a seguir al pie de la letra cada una de las instrucciones de mi madre. No me gustaba que ella, a veces, tuviera esa mirada tan distante y esa determinación que comparada conmigo me hacía sentir débil y desvalida. Mi madre no entendía que yo no tengo la sangre fría. Yo estaba segura que no la tenía.
Absorta en mis pensamientos no la sentí regresar, me sobresalté al oírla decir muy cerca de mi –tienes que degollarlo-, la fuerza de la imagen hizo que un escalofrío me recorriera desde la nuca hasta la espalda. -Un solo tajo que le corte la garganta de lado a lado-, proseguía ella. -No vayas a cerrar los ojos, tienes que ver cómo se va desangrando, ver cómo la vida se le escapa entre pataleos e intentos por beberse el aire-, dijo con una sonrisa en los labios que me revolvió el estomago tan sólo de imaginar la escena.
Su mirada me hacía saber que disfrutaba con mi nerviosismo, se reía un poco de mi porque sabía que odiaba hasta el olor de la sangre. En ese momento tomé una decisión, tenía que demostrarle que era digna hija suya. El sol ya estaba lo bastante alto, era hora de enfrentarme a lo inevitable, fui a la cocina que olía a chiles asados, ajo y ajonjolí tostado; tomé el cuchillo más grande y lo afilé con esmero, lo empuñé y salí por la puerta de la cocina, tenía que encontrar a mi objetivo antes de que perdiera el valor.
Caminé despacio hasta encontrarlo, sentía la sangre palpitándome furiosa en las sienes, los golpes del corazón eran como una estampida de animales salvajes y tan fuertes que casi me impedían respirar.
Llegué hasta él, no fue difícil dar con él, menos acorralarlo sin que presintiera mis intenciones, al fin y al cabo era bastante viejo y ahora, cojo. Me acerqué a él sonriéndole dulcemente para que no adivinara mis intenciones. Casi me arrepiento cundo vino dando leves saltos a refugiarse en mis brazos mansamente.
Pero de mi dependía que ese día fuera inolvidable, así que fríamente, con la sangre muy, muy fría le acaricié la cabeza mientras le decía que lo quería... cómo si entendiera esas palabras, me miró fijamente a los ojos, hasta sentí que él también me sonreía; entonces él cerró los párpados, fue un momento, un segundo que aproveché para descargar un solo golpe con todas las fuerzas de las que era capaz.
Y sucedió lo que dijo mi madre, su pico se abría y cerraba tratando inútilmente de agarrar aire mientras la sangre manaba a borbotones, mientras que su única pata no le servía para levantarse y salir huyendo como hacen todos los pollos cuando son degollados.
Sonreí contenta, había pasado la prueba, esa noche, cenaríamos mole para festejar mis 15 años.
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*Mole. Pollo cocido en salsa picante condimentada con ajo y ajonjolí. En México, es uno de los platillos principales que se sirven en fiestas y festejos