

Hacia mediados del siglo XIX Suiza retoma luego de varios intentos, un proceso de asentamiento o afincamiento forzado de estas gentes nómades. Esto coincide con la creación del Estado moderno, como hoy lo conocemos, un proceso que se estaba dando en muchas de las naciones europeas. Particularmente en Suiza y luego de una sangrienta guerra civil en 1847, la Confederación Helvética, al igual que varios otros países europeos, estaba muy celosa respecto al libre tránsito de personas en las inmediaciones de sus fronteras. Estos nómades, no siendo ciudadanos de la Confederación, sin una identidad definida, con una vida sospechada de estar "al margen de la ley", y con su estilo de vida apenas aceptado por el resto de los ciudadanos, evidentemente ponían nervioso a más de un funcionario estatal; eran la piedra en el zapato, y les urgía hacer algo al respecto.
Luego de un proceso que llevó unos años, el estado suizo procedió en algunos casos a asignarles un lugar de residencia en función del sitio en que más tiempo se habían quedado en sus años de itinerancia; la implementación efectiva de esta solución a veces significaba la separación de grupos familiares enteros. A cambio se les otorgaba ciudadanía, para que de esa forma comenzaran una vida "acorde a la ley". (Algunos años después, en 1869, también se llevaría un proceso de "ciudanización forzada" similar con los judíos). En otros casos eran directamente enviados fuera del continente, hacia las colonias de América (sur y norte) o Australia, siendo esta una forma de proceder habitual para la época, que alcanzaba a una porción significativa de la población, mucho más allá de estas minorías. En este sentido el grupo familiar de Cajetan es un caso paradigmático: se les adjudicó distintas locaciones en 1857, tanto a los padres como a las familias de los hijos, cuando él ya tenía unos 80 años. Casualidad o no, él fallecería ese mismo año.
Este proceso comenzó con el cercenamiento de los hábitos de "libre tránsito" de los Yéniches dentro del territorio suizo, forzándolos a una residencia transitoria en un par de estados o localidades del norte de Suiza. Desde allí eran trasladados regularmente a Berna, donde eran confinados por dos o tres meses en un espacio limitado. Durante ese período eran registrados en archivos policiales y... ¡fotografiados!
Las imágenes que se muestran en este post son de los años 1852-53, de un fotógrafo profesional de estudio, Carl Durheim, que por encargo de lo que entonces constituía el cuerpo policial, hizo las tomas fotográficas de más de 200 Yéniches, para que formaran parte de ese registro individual. Esa colección de imágenes se reconoce hoy como uno de los primeros y más importante intentos de poner la fotografía al servicio de la seguridad pública. Pasarían más de 40 años antes de que se la incorporara definitivamente al procedimiento de "fichaje" policial de personas, tal y como la conocemos hoy en día, con reglas muy precisas en cuanto a la forma de ejecutarlas. Eso sucedería en la París, en la época de la comuna francesa.
Es de notar también la forma en que eran fotografiados: de cuerpo entero y en poses típicas utilizadas en la época para retratar a las personas. A estas alturas del siglo la fotografía era un lujo caro, por lo que estaba reservado para las clase pudientes; ser fotografiado en 1850 era todo un signo de distinción, buen gusto y más que nada, de excelente posición socio-económica.
Quizá sea en parte la explicación de otro aspecto interesante de estas tomas. Las ropas con que aparecen muchos de ellos no eran sus auténticas vestimentas, sino las que les eran entregadas para esta sesión de fotografía: ropaje de tipo citadino o campesino, las cuáles ellos no eran de ninguna manera. Podría pensarse en un principio que quizá sus auténticas vestimentas no eran consideradas suficientemente "decorosas" como para que fueran fotografiadas con ellas. Menos inocentemente visto, creemos que también de esa manera se les imponía una idiosincracia, se les estaba diciendo qué se pretendía que ellos fueran.
Es en estos aspectos donde radica una gran paradoja: los descastados, perseguidos, estigmatizados, discriminados y marginados son merecedores de un privilegio que para la época sólo estaba reservado para ricos y nobles. Gracias a esto, sus imágenes nos llegan desde lejos en el tiempo y con una identidad propia, pasando a formar parte de la historia de la fotografía en un documento que es de valor único. Nos deja un cierto regusto a reivindicación...
Para terminar, volvamos a Cajetan: las fotos de los que están aquí además de él, corresponden a sus hijas e hijos, entre los que se encuentra su primogénito Bernhard,


Bernardo Ostertag y su mujer Catalina Wendelmeier eran los tatarabuelos de mi abuela, cosa que por supuesto me enorgullece.






PD 15 de Agosto 2009: A continuación se agregan las fotos de las "parejas" o "concubinos" de hermanos y hermanas de Bernardo.

Joseph-Antoine Schneider, concubino de Madalena Ostertag:

Félix Schneider, concubino de Marie-Agathe Ostertag:


Maria Witzelmaier (alias Maria Wendelmeier), concubina de Ludwig Ostertag.
Fotos gentileza Schweizerisches Bundesarchiv (Archivo Federal Suizo)
Fuentes:
(1) "Wider das Leugnen und Verstellen" por Carl Durheim, Martin Gasser, Thomas Dominik Meier, Rolf Wolfensberger, Fotomuseum Winterthur, Museum für Kommunikation Bern
(2) "Eine Heimat und doch keine" por Thomas Dominik Meier, Rolf Wolfensberger, Berna, Suiza
(3) "Journal des tribunaux et revue judiciaire", Berna, Suiza
(4) Sitio sobre historia de Esperanza y Las Colonias, de Hugo Zingerling
(5) Les Yéniches, édigé par un membre de cette communauté. (L. Gerzner)