domingo, agosto 19, 2007

Carta abierta al señor picaporte

De tanto en tanto se me ocurre googlear mi nombre, asociado a "fotoma", o "fotos" o lo que sea, para ver qué sale. El resultado casi siempre resulta exitoso, con alguna novedad: en la mayoría de los casos, gente a la que le gustó alguna de mis imágenes (no quiero decir fotos, porque no todas lo son), y la utilizó para ilustrar algún texto de autoría propia.

El asunto no me molesta, ya que si los encuentro es porque han hecho el debido reconocimiento al origen, no lo han ocultado ni negado. Cuanto mucho le hacen algún "recorte" a la imagen que no siempre resulta el más feliz.

Pero también el lado oscuro de este asunto, es que seguramente debe andar dando vueltas por allí en algún rincón infinito e inalcanzable de este expansivo universo de la web, alguna de mis fotos, huérfanas, alejadas y solitarias, sin padre reconocido o hasta con algún chanta (caradura), que se adjudique la autoría... Pero bueno, sabemos desde muy temprano que ese es un precio a pagar. Y al fin y al cabo, no llegarán mucho más lejos que eso...

A medida que me vaya haciendo el tiempo necesario, los iré subiendo. En esta ocasión, arrancamos con una toma hipersaturada de un picaporte del centro colonial de Ciudad Bolívar, Venezuela, publicada originalmente en este link, y que ilustra este hermoso cuento:


Carta abierta al señor picaporte

Sergio Ricardo Peñaranda

Escuela de Comunicación Social y Periodismo

Universidad Sergio Arboleda
Bogotá - Colombia


A Ricciu, Vale, Angélica y Aleja.


"Lo que me fastidia es que digas que mis ideas son lúcidas, porque si algo no tienen es de lúcidas. Tengo muy pocas ideas, yo no sé pensar... cualquiera me gana una discusión"

Julio Cortázar


Foto: Néstor Botta
Cortesía www.fotoma.com.ar

Una, dos, tres... ocho, nueve baldosas. Nueve baldosas separan mi cuarto del de ella, del de mi hermana. Son nueve baldosas, marcadas por unas tenues líneas oscuras, similares a las venas del cuerpo, las que me separan de ti, picaporte. Eres la extensión de una puerta, podríamos decir que eres un brazo y que la puerta de madera es tu cuerpo. Podríamos decir que estás fracturado puesto que estás dañado. Te encuentras afuera de la puerta pero a la vez dentro, oscilas entre tu posición habitual y un extraño estado de picaporte destartalado. Cuando mi hermana cierra tu cuerpo en un acto común de protección de la intimidad no hay nadie que te abra, sólo ella, que anda con la llave que permite descoser tu cuerpo de una de las paredes de su cuarto. Esa llave, que provoca un sonido poco armónico, es la única que

puede hacer que funciones, que cumplas con el objetivo para el que te crearon.

¿Qué se siente ser un picaporte que no funciona? Debería darte vergüenza considerar que eres el único de la casa que no trabaja de manera adecuada. Pero sirves para otra cosa: cada vez que haces escándalo sé que mi hermana puede estar cerca, eres como una alarma que me avisa de sus salidas o entradas. Pero esa misma ventaja se convierte en un defecto cuando intento dormir. Ese mismo escándalo viaja a través de las nueve baldosas, sube por mis cobijas y llega a mis oídos de manera espantosa. Despierto asustado y pienso que si es quebrantada mi tranquilidad de esa forma soy un ser profundamente desgraciado. Mi impotencia ante tu terquedad crece y sólo tengo ganas de tomar un martillo, un hacha, cualquier cosa y terminar tu incertidumbre de picaporte semi – dañado para siempre.

Espero entiendas mis razones y podamos llegar a concertar una salida pacífica. No quisiera desesperarme. Mi carácter obsesivo, que pretende que cada cosa esté en su sitio, seguramente es el que se ha obsesionado con este tema. Recuerdo cuando eras un buen picaporte, cuando te deslizabas con algún leve chirrido sin menor problema, haciéndonos la vida feliz a todos. Me fascinaba pasar el umbral de la puerta de mi hermana sin que se demorara (como ahora) varios minutos en abrir... Hasta que llegó el momento fatídico para mí. Un movimiento brusco de mi hermana te dislocó y aprovechaste, en forma de venganza, para dejarla encerrada, en un acto demencial de secuestro, es más, de terrorismo.

Picaporte, quisiera que te limitaras a hacer tu trabajo de manera común, ya que lo extraño a veces resulta incómodo. Trabaja como trabaja un picaporte, gira suavemente y deja que yo pueda tener un momento de reposo sin tener que acordarme de tu existencia a nueve baldosas de mi cuarto.

Gracias Señor Picaporte

Cordialmente

Su vecino



Publicado originalmente aquí

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